BLOG DE LENGUA Y LITERATURA
El
lenguaje constituye una actividad humana compleja que asegura dos
funciones básicas: la de comunicación y la de representación, mediante
las cuales, a su vez, cabe regular la conducta propia y ajena. Son
funciones, por otra parte, que no se excluyen entre sí, sino que
aparecen de forma interrelacionada en la actividad lingüística. Las
representaciones - lingüísticas y de otra naturaleza- constituyen el
principal contenido de la comunicación; y la comunicación, a su vez,
contribuye a la construcción de la representación de la realidad física y
social. La educación y el aprendizaje en esta área han de atender a esa
múltiple funcionalidad de la lengua en sus funciones tanto de
comunicación y de representación como de regulación del comportamiento
ajeno y propio. Ha de incluir también una iniciación al texto literario
como manifestación de la funcionalidad de la lengua.
Los seres humanos se comunican entre sí a través de
diferentes medios y sistemas: los gestos, la música, las
representaciones plásticas, los símbolos numéricos y gráficos. El
lenguaje verbal, medio más universal de comunicación, permite recibir y
transmitir informaciones de diversa índole e influir sobre las otras
personas con las que interactuamos, regulando y orientando su actividad,
al mismo tiempo que ellas influyen sobre nosotros y pueden regular y
orientar nuestra propia actividad. La comunicación es, por consiguiente,
una función esencial del lenguaje en el intercambio social.
Pero el lenguaje no es sólo un instrumento de
comunicación interpersonal. Es, además, un medio de representación del
mundo. Aunque nuestra representación del mundo físico y social también
contiene elementos no lingüísticos, de imágenes sensoriales
estrechamente vinculadas a la percepción y a la motricidad, y aunque
esta representación no lingüística sea precisamente la típica del ser
humano en los primeros años de su existencia, en la persona adulta y
también en el niño, desde el momento en que ha adquirido dominio sobre
el lenguaje, la mayor parte de su representación es de carácter
lingüístico. El lenguaje, en consecuencia, está estrechamente vinculado
al pensamiento y, en particular, al conocimiento. Mediante operaciones
cognitivas, que en gran medida constituyen el lenguaje interior, nos
comunicamos con nosotros mismos, analizamos los problemas con los que
nos vemos confrontados, organizamos la información de que disponemos
(especialmente la información disponible en los registros de memoria),
elaboramos planes, emprendemos procesos de decisión: en suma, regulamos y
orientamos nuestra propia actividad. En este sentido, el lenguaje
cumple una función de representación y de autorregulación del
pensamiento y de la acción.
Aprender un lenguaje es aprender un mundo de
significados vinculado a un conjunto de significantes. Eso vale para
cualquier lenguaje, pero mucho más para el primer lenguaje, para la
lengua llamada materna, aquella cuya adquisición coincide con la primera
socialización del niño y que es utilizada en la vida cotidiana. Cuando
el niño aprende el lenguaje en la interacción con las personas de su
entorno, no aprende únicamente unas palabras o un completo sistema de
signos, sino también los significados culturales que estos signos
transmiten, y, con tales significados, los modos en que las personas de
su entorno entienden e interpretan la realidad; en este sentido, se debe
fomentar la eliminación de los prejuicios sexistas, que normalmente
actúan discriminando a la mujer al transmitir una imagen estereotipada y
falsa. El lenguaje contribuye de esta forma a construir una
representación del mundo socialmente compartida y comunicable; y
contribuye con ello también a la socialización del niño, a su
integración social y cultural. Sirve, pues, de instrumento básico para
la construcción del conocimiento y la adquisición de aprendizajes, así
como para el dominio de otras habilidades y capacidades no estrictamente
lingüísticas.
De acuerdo con una concepción funcional de la lengua,
el ámbito de la actuación educativa en esta área ha de ser el discurso,
la actividad lingüística discursiva, en la cual convergen y se cumplen
las diferentes funciones de la lengua. Ello implica que la educación
lingüística ha de incidir en diferentes ámbitos: el de la adecuación del
discurso a los componentes del contexto de situación, el de la
coherencia y cohesión de los textos, y el de la corrección gramatical de
los enunciados.
El objetivo último de la educación en Lengua y
Literatura en la Educación Secundaria Obligatoria ha de ser que los
alumnos y las alumnas progresen en el dominio personal de las cuatro
destrezas básicas e instrumentales de la lengua, destrezas que han
debido haber adquirido ya en la etapa anterior: escuchar, hablar, leer y
escribir. Al finalizar la Educación Primaria, los alumnos deben dominar
ya dichas destrezas. En el transcurso de la Educación Secundaria
Obligatoria, la acción pedagógica estará dirigida a afianzar esas
competencias y a desplegarlas en profundidad, con especial hincapié en
la expresión escrita, cuyo dominio todavía es limitado, y continuando la
reflexión sistemática sobre la Lengua y la Literatura iniciada en la
etapa anterior. Se trata ahora de enriquecer el lenguaje, tanto oral
como escrito, en el doble proceso de comprensión y de expresión y de
avanzar en la educación literaria.
La comprensión es un proceso activo. Para comprender,
el receptor establece conexiones entre el mensaje actual y la
información y conocimiento previos; realiza inferencias e
interpretaciones; selecciona, codifica y valora. Todo esto requiere un
sujeto activo, que participa en la determinación del sentido del mensaje
recibido y comprendido y que contribuye con ello a dotarlo de
significado. Educar en la comprensión del lenguaje significa favorecer
el desarrollo de estrategias que permitan interpretar, relacionar y
valorar la información y los mensajes que los niños y las niñas reciben
en la vida cotidiana. En particular, la educación en la capacidad de
escucha ha de propiciar en ellos una actitud activa de mente abierta y
participativa ante los mensajes recibidos. Esta actividad en el proceso
de comprensión contribuye al desarrollo del pensamiento crítico.
Objetivos generales
La enseñanza
de la Lengua y Literatura en la etapa de Educación Secundaria
Obligatoria tendrá como objetivo contribuir a desarrollar en los alumnos
y alumnas las capacidades siguientes:
1. Comprender discursos orales y escritos,
reconociendo sus diferentes finalidades y las situaciones de
comunicación en que se producen.
2. Expresarse oralmente y por escrito con coherencia y
corrección, de acuerdo con las diferentes finalidades y situaciones
comunicativas y adoptando un estilo expresivo propio.
3. Conocer y valorar la realidad plurilingüe de
España y de la sociedad y las variantes de cada lengua, superando
estereotipos sociolingüísticos y considerando los problemas que plantean
las lenguas en contacto.
4. Utilizar sus recursos expresivos, lingüísticos y
no lingüísticos, en los intercambios comunicativos propios de la
relación directa con otras personas.
5. Reconocer y analizar los elementos y
características de los medios de comunicación, con el fin de ampliar las
destrezas discursivas y desarrollar actitudes críticas ante sus
mensajes, valorando la importancia de sus manifestaciones en la cultura
contemporánea.
6. Beneficiarse y disfrutar autónomamente de la
lectura y de la escritura como formas de comunicación y como fuentes de
enriquecimiento cultural y de placer personal.
7. Interpretar y producir textos literarios y de
intención literaria, orales y escritos, desde posturas personales
críticas y creativas, valorando las obras relevantes de la tradición
literaria como muestras destacadas del patrimonio cultural.
8. Reflexionar sobre los elementos formales y los
mecanismos de la lengua en sus planos fonológico, morfosintáctico,
léxico-semántico y textual y sobre las condiciones de producción y
recepción de los mensajes en contextos sociales de comunicación, con el
fin de desarrollar la capacidad para regular las propias producciones
lingüísticas.
9. Analizar y juzgar críticamente los diferentes usos
sociales de las lenguas, evitando los estereotipos lingüísticos que
suponen juicios de valor y prejuicios (clasistas, racistas, sexistas,
etc.), mediante el reconocimiento del contenido ideológico del lenguaje.
10. Utilizar la lengua como un instrumento para la
adquisición de nuevos aprendizajes, para la comprensión y análisis de la
realidad, la fijación y el desarrollo del pensamiento y la regulación
de la propia actividad.
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